«Hemos nacido en una sociedad que necesita de la existencia de personas como nosotros, capaces de llevar sus riendas y de ser sus guías. Le proporcionamos estabilidad y, a cambio, ella nos otorga privilegios por hacer girar el complejo engranaje que permite que funcione. Manejamos los hilos y tomamos lo que nos corresponde por realizar tan importante labor. Los que hemos nacido líderes debemos aceptar, sin modestia ni rubor algunos, nuestro premio».
«Usted desconoce su potencial, querida. El sexo, el juego, el alcohol o las drogas no son nada más que un simple divertimento entre todos los placeres de los que podría gozar si ingresara en nuestro club. No se imagina el inmenso placer y la lujuriosa carga de adrenalina que llega a invadir nuestras venas cuando hacemos algo prohibido por ser considerado depravado, cruel e indigno de un ser humano. Experimentar qué se siente al cruzar los límites de lo ético es, en definitiva, maravilloso. ¡Sentirte libre, desnudo de prejuicios y convencionalismos, dueño de tus actos, señor de tus deseos más ocultos y hacerlos realidad! La liberación es total cuando traspasamos esos límites y engancha más que la droga más adictiva. La libertad en estado puro. ¡Arriba, a las nubes, ser un semidiós! ¡Usted ha nacido para ser diosa, pero aún no lo sabe!».
Si te hallaras ante una encrucijada moral, ¿qué harías? ¿Cruzarías la línea para proteger a quien quieres? Y si lo hicieras, ¿cuál sería tu límite? Ahora, María deberá decidir cruzarla o no… Jugar o huir.