Un día a día, eso es la vida. Un fragmento infinitesimal del tiempo del universo, un trozo compartido de eternidad. La vida es un reloj que avanza y retrocede con cada movimiento de sus manecillas, se aleja del principio y se acerca al final. En los recuerdos ese tiempo se dobla y el presente se cruza con un instante marcha atrás mientras sigue hacia adelante. ¿Y que ocurre al alejarse? El tiempo se queda, y se va contigo, es un mismo tiempo de recuerdos distintos.
Un fragmento del tiempo es también una nota, un compás, una melodía. Tiempo, música y vida comparten la misma esencia. La música es la huella que la vida deja a su paso, el eco de un movimiento, una vibración semejante a la de la aguja que recorre un surco sobre un disco. Cada suceso posee un ritmo, un estribillo, un verso, y estrofa a estrofa completan la sinfonía, una oscilación en el tiempo, épocas que confluyen y se separan, universos que se extienden en un vacío que no es tal.