No es un buen momento para Jean y tampoco para su hija April. El amor de la vida de ambas acaba de fallecer y saben, que por mucho que pase el tiempo, no lo van a olvidar jamás. Tras una mala racha en la que parece que la pequeña April, de ocho años, no levanta cabeza, Jean ve el momento adecuado para empezar un juego: contarle a su hija cómo conoció a su padre y ver si es capaz de descubrir, entre los tres candidatos que hubo en su momento, quién es con el que se quedó al final.
«Y de nuevo volvió a sentirse sola ante la presencia de su eterna antagonista: la vida». —Virginia Woolf